Conoce las experiencias de vida que han enriquecido mi desarrollo profesional como autora de libros de texto de Formación Cívica y Ética, de investigación, turismo y difusión cultural; y como editora para otros contenidos.
26 de junio de 2018
El siglo XX termina en Berlín (parte 1)
En esta semana me enteré que el gobierno de Hungría censuró la puesta en escena de una obra llamada "Billy Elliot", misma que, independientemente de abordar el tema de un bailarín adolescente, refleja la intensa crisis que vivió la clase obrera británica con el cierre de las minas de carbón. Si lo que se dice en el diario "El País" es cierto, lo que hizo la población de Hungría para quitarse de encima un régimen represor en 1989, ahora está llevando a su propio país al extremo contrario que, al final de cuentas, es la otra versión de la represión y el totalitarismo.
Notas periodísticas como la mencionada me llegan en lo más profundo porque, a mi parecer, los logros de Hungría a finales de los 80, inspiraron a Alemania del Este para dar un paso tal, que cambió el destino del mundo...
Una tarde de noviembre, en un estado de exaltación, euforia e incredulidad llegó a visitarme Susana, la mexicana tapatía que vivió conmigo el curso pasado.
-Fabiola, ¿ya te enteraste?
-¿De qué? -Le respondía sin mucho entusiasmo.
-Anoche los jóvenes empezaron a derribar el Muro de Berlín.
-¡Estás loca, eso es imposible!
-Todo mundo habla de eso y vine a verte para que vayamos juntas a Berlín.
-¿Estás loca? Estamos en pleno curso, no sabemos si es cierto lo que está sucediendo y tampoco sabemos si es seguro, si entrará la policía... Además no puedo faltar a clase porque pedí adelantar exámenes para irme a pasar navidad con la familia eslovaca de Valery, estamos preparando la boda.
-Fabiola, no te entiendo, ¿te perderás de estar en el lugar y en el momento de la historia del mundo? En verdad cómo me cae mal tu novio, ya sé que no cuento contigo. De todas formas iré.
-Susi, por favor cuídate mucho, si es verdad lo que dices, entonces puede ser muy peligroso para ti. No quiero defraudarte pero la verdad es que no creo que el muro vaya a caer. Por favor vamos a vernos cuando regreses.
-Está bien, yo te busco.
Susana fue a Berlin exactamente para ser parte de esa aventura que a mí me parecía inverosímil. Estuve atenta de su regreso porque tenía miedo de que le pasara algo. Nos vimos enseguida y todavía recuerdo como si fuera hoy, la expresión de sorpresa y plenitud que tenía su hermosa carita.
-Fabiola, no tienes idea de lo que te perdiste.
-Creo que lo sé, estuve preguntando por el asunto del muro y tú estabas en lo cierto. Todos rumoran que Alemania se unificará y yo ahora creo que todo puede suceder. ¡Pero cuéntamo todo por favor!
-Llegué a Berlín con un par de amigas que viajaron en tren conmigo. Enseguida nos fuimos al muro. El lugar estaba lleno de jóvenes de las dos alemanias, los chavos cantaban, se abrazaban, tocaban la guitarra, tomaban, fumaban... Era como un enorme campamento. El muro tenía muchos hoyos y la gente seguía turándolo con picos, otras personas sólo hacían grafiti.
-¿Sentiste que había algún peligro para tí?
-Yo me sentía muy emocionada por lo que veía, hasta me senté a tomar una cerveza con los chavos que estaban allí. Todos compartíamos, no puedo decirte si algo estaba bien o mal. Yo sólo me dejé llevar por lo que sucedía. Por cierto, mira, me traje un trozo del muro.
Entonces Susana me enseñó un pedazo de concreto con algo de pintura de grafiti. Era un trofeo bien merecido; fue audaz y supo comprender el alcance que implicaba este suceso. ¿Me arrepiendo de mi decisión?, ¡claro que sí! Aunque la vida me recompensó con otras vivencias, esa fue controvertida y determinante.
Ahora regresaré al inicio de este relato: el papel de Hungría. Ya en mi vida adulta en México he aprendido e investigado los sucesos de la historia de la que formé parte y por ello me enteré que los húngaros, al ver los cambios que vivía la URSS gracias a las señales de radio o televisión que llegaban desde Austria, se animaron a preguntar a Gorvachov si ellos podían iniciar sus propias reformas. Éste les contestó que sí y les aseguró que su gobierno no intervendría militarmente como lo hizo en 1968.
Entiendo que en el verano de 1989, los húngaros se acercaron a la frontera y nadie les disparó. Después cortaron algunas de las alambradas que los separaban de Austria, y nadie los mató o los llevó presos. Entonces se animaron a entrar caminando al país vecino y se dieron cuenta que podían pasar y pasear en Austria sin ser detenidos por nadie.
De lo anterior, se enteraron varios alemanes que vacacionaban en Hungría y aprovecharon la coyuntura para reunirse con la familia que había quedado al otro lado del muro, en la República Federal Alemana. Fue así como los alemanes del Este, comenzaron a organizarse para gestionar visitas y tránsito libre a la otra Alemania, con el enorme temor de perder la vida, pues todavía estaba vivo el recuerdo y la deuda que Alemania tenía con toda Europa y el mundo por la Segunda Guerra Mundial.
Ahora que retomo la recta final de estas entregas, me doy cuenta que mi siguiente escrito será publicado después de que México realice elecciones presidenciales y de la Cámara de Senadores. Veo, con tristeza, cómo el populismo gana un lugar protagónico no sólo en América, sino en Europa, espacio geográfico que a tantas naciones invadió para imponer "la democracia" y su idea de "civilización".
Desde mi perspectiva, pareciera que los dueños del mundo ahora usan como bandera la antiquísima y fracasada idealización de la "izquierda" o del pseudo socialismo para empoderar a candidatos que generen intolerancia, racismo, exclusión, muerte y destrucción de los sitemas económicos que hemos construido. Lo que más me pesa es que el pueblo se ha convertido en su propio verdugo aquilatando su ignorancia por encima del juicio crítico.
En fin, veamos qué decide la mayoría de los mexicanos el fin de semana. Le deseo la mejor de las suertes a las personas de Sudán y Nigeria que huyen de la precariedad hacia Europa; de igual manera deseo que Europa salde la deuda histórica que tiene con África y Medio Oriente, consecuencia de su colonialismo rapaz.
https://elpais.com/cultura/2018/06/22/actualidad/1529666535_621124.html
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Querida Fabiola, por haber sido testigo directo de los acontecimientos que mencionas, la apertura fronteriza entre Austria y Hungría, la caída del Muro de Berlín, me atrevo a hacerte los siguientes comentarios. Los húngaros no "se animaron a preguntar a Gorvachov si ellos podían iniciar sus propias reformas"; ya con anterioridad la habían empezado. Claro está, con la mirada desde lejos del Kremlin. En 1988, Hungría vendió su empresa Videoton (fábrica de electrodomésticos) a la surcoreana Samsung, lo que provocó un conflicto con Corea del Norte, quien se resistía a aceptar que un país hermano comunista (Hungría) tuviera relaciones comerciales con su gran enemigo (Corea del Sur). Otro gran cisma político fue cuando en el mismo 1988 Hungría dejó de enviar productos húngaros a Cuba (alimentos, artículos médicos, repuestos para maquinarias, etc.) si Cuba no pagaba en divisas (dólares).
ResponderBorrarDada su tradición histórica (Imperio Austro-Húngaro), los húngaros podían viajar a Austria anualmente. También a Yugoslavia, desde donde nadie le hubiera impedido seguir camino a Italia o a Austria. De allí que la apertura de la frontera con Austria no era para "entrar caminando al país vecino y se dieron cuenta que podían pasar y pasear en Austria sin ser detenidos por nadie", sino para que los más de 6,000 ciudadanos de la República Democrática de Alemania (RDA) que se encontraban en el país en campos de refugiados pudieran pasar a la República Federal de Alemania (RFA) a través de Austria. Naturalmente, esta apertura fue coordinada por Budapest y Viena, con el visto bueno de Moscú (https://elpais.com/diario/1989/09/11/internacional/621468005_850215.html). Moscú sabía ya de las consecuencias de 1956 (la intervención soviética a Hungría; en 1968 fue a la entonces Checoslovaquia en el marco del Pacto de Varsovia).
Por último, no "la población húngara [...] ahora está llevando a su propio país al extremo contrario que, al final de cuentas, es la otra versión de la represión y el totalitarismo", sino que la decisión de suspender el musical Billy Elliot se debe a la presión de círculos vinculados al Gobierno actual de Hungría. "Gobierno", "pueblo" y "nación" no son sinónimos. Muchas veces, el gobierno no representa los valores de un pueblo, de una nación, como es el caso de las causas de la prohibición del musical Billy Elliot. En Hungría habemos muchas voces tolerantes que nos oponemos directamente a medidas tales.
Un abrazo grande desde Hungría: Tony