30 de julio de 2019

La paz comienza cuando terminan las expectativas [S. Chinmoy]

Por Fabiola Martínez 

La puerta de la residencia 3 se cerró detrás de mí por última vez un día de junio de 1990. Sólo me detuve unos instantes para disfrutar de la agradable temperatura del aire, respirar profundo y dar un paso adelante. Lo mismo que hice en agosto de 1985.

Por la noche Carlos y yo abordamos el tren Kiev-Moscú; al final del día, lo mejor que me pudo pasar fue contar con la grata compañía de mi amigo y confidente. Una vez instalados en el camarote designado por la agencia de viajes Intourist (los extranjeros sólo podíamos viajar comprando a través de esta oficina), nos sentamos y tomamos una bocanada de aire que expulsamos con alivio.

Llegado el momento la persona encargada del vagón nos trajo té negro y una rebanada de pan. Dormimos. Por la mañana el encargado avisó que nuestra llegada a Moscú estaba próxima, Carlos y yo nos aseamos y preparamos para dejar el tren.  

Al bajar de mi vagón tuve una inesperada y grata sorpresa. Los padres de Tatiana Pilshikova me esperaban en el andén. Esa hermosa gente . Esa pareja que con un auténtico amor siempre abrió las puertas de su hogar para mí, que me cuidó y alimentó, ¡vamos! Me vio como hija, no como una xéno

La pareja soviética, considerando mi avanzado estado de gestación, llevó a la estación su auto (maca Lada) para recogerme y llevarme a su apartamento. En su momento, el gran gesto del matrimonio Pilshikov me pareció motivado por la certeza de que nunca más nos volveríamos a ver. Y puede ser que sí haya sido así, pero hoy me inclino, también, a una respuesta cultural hacia la mujer embarazada, algo frecuente en ese pueblo.

Luego de llegar al apartamento y bajar las cosas, la madre de Tania nos preparó un desayuno (enorme), al terminar Carlos y yo fuimos a la embajada mexicana a apostillar documentos y a realizar todos los trámites pendientes. 

Nos atendieron rápido, ¿qué hacemos en lo que esperamos tus papeles? 
—Vamos a la Plaza Roja, más bien, quiero hacer el último intento por entrar a San Basilio, desde que llegué a este país ha estado cerrado por remodelación, quién sabe, hoy puede ser mi día de suerte. 

Atravesamos parte de la Plaza Roja y llegamos a San Basilio, para suerte y sorpresa mía el sitio estaba abierto y era posible entrar a mirar sin pagar un kopek (moneda soviética equivalente a un centavo)

En cuanto crucé la puerta de entrada de la famosa catedral, todos mis sueños se rompieron cual ventana después de recibir tremendo pelotazo. El interior del lugar estaba prácticamente vacío, las paredes aún se mostraban repelladas y, el sitio que identifiqué como posible nave central era muy pequeño en comparación con las grandes expectativas que forjé a lo largo de mi vida. No sé cuántas ni cuáles de las torres  estaban abiertas al público pero pudimos subir a una de ellas, asomarnos por una pequeña ventana y ya. 

¿Quién iba a pensar que justo antes de dejar la URSS, para siempre, experimentaría una segunda desilusión debido a mis grandes expectativas? en un intento por comprender la falta de la hermosa iconografía ortodoxa rusa, empecé a crear en mi mente una teoría de conspiración relacionada con el robo de obras de arte... 

Para quitarme ese mal sabor de boca, saliendo de San Basilio, Carlos y yo nos detuvimos a admirar el cambio de guardia del mausoleo de Lenin. En ese acto tenía la capacidad de disparar con entusiasmo casi todos mis sentidos, así, al escuchar el sonido de las campanas mis ojos se dirigían hacia mi lado izquierdo y, antes de llegar a la puerta principal del Kremlin, se detenían en la famosa estrella colocada en la torre de la entrada principal 

Mientras los militares marchaban hacia el mausoleo, me parecía que las personas cercanas al lugar guardaban silencio haciendo posible que sólo se escucharan las pisadas sincronizadas de esos guapos hombres.

Luego de caminar por la Plaza Roja y llenar mis sentidos con todo lo que estaba puesto allí, Carlos y yo regresamos a la embajada mexicana, recogimos mis papeles y emprendimos el regreso al apartamento de la familia Pilshikov...


San Basilio. Imagen de Diego Delso, cortesía de Wikicommons.
Fotografía de Roter Platz, imagen compartida en los términos de Wikicommons