31 de enero de 2017

¡Vamos a la playa calienta el sol!

Por Fabiola Martínez

Una vez que la primavera se acercaba a su fin, Kiev se convertía en una ciudad muy calurosa. Todos los compañeros de primer curso del Pedagógico nos preparábamos para los exámenes finales presentando una especie de pre exámenes llamados зачет. 

Las jornadas de preparación eran largas y muy pesadas. Largas por lo mucho que había que estudiar, pesadas porque no había manera de sobrellevar tanto calor. Con algo de apuros las tres compañeras de habitación conseguimos unos ventiladores que, aunque pequeños, de algo servían. En la residencia todos nos preparábamos para finalizar el ciclo escolar, así que las fiestas y reuniones pasaron a segundo plano.

No sé cómo nos enteramos que, en esas épocas del año, la gente solía ir a la playa al río Dniéper. ¿Playa?, mi imaginación no iba más allá de Veracruz o Acapulco; pero el calor me hizo averiguar dónde se podía tomar algo de sol y fresco.  

Creo que las amigas de Natasha nos indicaron, a Belinda y a mí a qué parte del río Dniéper debíamos ir. Era necesario llevar traje de baño y, como yo nunca pensé en la posibilidad de usarlo, tuve que apurarme a conseguirlo. Para variar, quienes me sacaron del apuro fueron mis amigas cubanas del bloque. Tuve que rogar mucho y pagar el precio justo por un traje de baño de una pieza, y digo precio justo porque en Cuba no era nada fácil conseguir un bañador. 

Belinda y yo invitamos a nuestra amiga de Cabo Verde, Isa Morais; nos pusimos de acuerdo y al terminar un examen las tres nos fuimos directo a la playa. Lo que los soviéticos usaban como tal era una especie de brazo de río bastante amplio. 

La primera gran sorpresa fue ver el sitio repleto de gente, la segunda sorpresa fue ver que mis amigas llevaban unos preciosos bikinis que mucho distaba de mi conservador traje de baño de una pieza. Isa y Belinda se veían regias. La tercera sorpresa vino después de recostarnos en la orilla del río, cuando miré a mi alrededor y vi a señoras de todas edades y de grandes tallas vestidas con trajes de baño de dos piezas (algo que puede también puede llamarse bikini)

¡Dios!, allí puse en tela de juicio todos mis complejos; mientras más observaba el paisaje más me cuestionaba la causa por la que las mujeres maduras y mayores del centro de México eran tan recatadas o tan mojigatas con los trajes de baño. Me vinieron a la mente las escenas de Atotonilco, un balneario popular donde veía que las señoras usaban shorts y camisetas para entras a la piscina... O las que siempre se quedaban en la orilla con los pies dentro del agua. En esa reflexión también me pregunté por qué en México nunca usé un bikini.

Tumbada al sol, a lo lejos, pude apreciar a varios hombres remando, todos estaban tatuados; algo nuevo para mí que venía de un pueblo y un país donde esa manera de "embellecer o decorar" el cuerpo era mal visto y muy juzgado. 

Pero la cereza del pastel del paseo se la llevó un soviético que tenía en la espalda la imagen completa de la catedral de San Basilio. ¡Madre mía!, a esa figura no le faltaba nada y abarcaba toda el posterior de aquella persona. Mientras veía con atención cada detalle me preguntaba: ¿Cómo le hicieron el tatuaje?, ¿por qué escogió ese bello inmueble?, ¿cómo pudo aguantar tanto dolor?, ¿por qué hay tantos tatuados?, ¿por qué en este país son normales?, ¿qué pensarían en México si vieran lo que estaba observando?...

Muchas personas me contaban que los hombres tatuados solían ser quienes habían estado de servicio militar en Afganistán. En mi escasa experiencia la explicación me pareció lógica porque los comparaba con los militares que veía en la calle o el Kremlin y no encontraba mucha relación con el porte y distinción de unos y otros. Sin embargo, ¿quién me garantizaba que la realidad era esa?, al final, los estereotipos predominan y se mimetizan con la realidad. 

Hace más de una década aprendí que los tatuajes son un medio para expresar identidad, a través de ellos se comunica lo inimaginable; así que los musculosos varones que deleitaron mi vista, pudieron ser militares, ex militares, gente común y todo lo que pueda venir a la imaginación.