17 de abril de 2018

Cuando de nada nos sirve rezar. Caminante no hay camino. Se hace camino al andar (A. Machado)

Por Fabiola Martínez 


Yo tengo tanto hoy para hablar
que con palabras no sé decir
como es grande mi amor, por ti. 

Ciertamente tengo tanto que escribir y no sé cómo empezar, mis emociones me tienen vibrando. Quiero hablar del amor filial y del amor fraterno. Dos tipos de amor tan profundos e importantes en mi vida que me han marcado para siempre. 

Hace 10 díaz, como cada año desde el 2012, recordé a mi hermano Adolfo por su aniversario luctuoso, como muchos saben, su influencia fue determinante para tomar mi camino hacia la URSS. Mientras lo pensaba vino a mi mente la hermosa canción de Vinicio Moraes: 


[...] Quero voltar aquelaVida de alegriaQuero de novo cantar [...]

Con el paso de los días tomé esa letra de Vinicius como el ritmo que marcaría mi semana, cantando y bailando a ritmo de bossa. Estaba determinada a dar otros pasos para dejar ir mi pesar. Pero la vida, el destino, Dios o lo que sea y que es tan generoso conmigo, tenía algo reservado para mí.
El lunes 9 de abril del 2018, por la tarde o ya casi de noche, recibí una de las noticias más alegres de los últimos años, una solicitud de amistad de mi amiga Amal, de la que tanto he escrito con profunda desazón.

Cuando ví su solicitud en el bendito Facebook, guardé la calma y me dije: ¿quizá la he buscado tanto que quizá el perfil de alguna Amal Shahin se contactó conmigo. Oprimí el botón de "aceptar" y lo dejé para el siguiente día. Sin embargo, a las 5 de la mañana recibí un mensaje de mi querida amiga Isa Morais diciéndome que había encontrado a nuestra Amal. ¿Es un sueño?
Sé que me resistía a creer que tanta dicha me estuviera pasando porque, a pesar de la dicha del Facebook, ¿cuántas Amal hay en el mundo?, ¿en otro idioma y en otra cultura?

Pero el día martes fue EL GRAN DÍA. Amal inició una video llamada... Su voz, seguía siendo suave y llena de dulzura, sus ojos, toda ella era y es, mi Amal.

¡Dios!, qué dicha tan grande, hablamos un largo rato, aunque nunca lo suficiente. Sobre todo porque llevo muchos años sin hablar ruso. Pero la necesidad y el deseo impulsan, tanto, que logramos saber una de la otra... Cosas de mujeres, ¡y lo que nos falta!

Como suelo hacer cada vez que encuentro a alguien del Instituto de Lenguas Extranjeras, pregunté por Rashid y Jamal (al que yo he llamado Djamal). Así sin más me dijo que estaba en contacto con Rashid, pero que no sabía nada de Jamal. Rashid estaba bien y con una hermosa familia, como la de ella: "Búscalo habibi, está entre mis contactos, le dará mucho gusto saber de ti". Y luego me indicó la manera de localizarlo por su nombre y apellidos.

Mientras vivía el embelezo de volver a ver a mi amiga del alma, las noticias en el Face no dejaban de hablar de la comparecencia de Mark Zuckerberg ante el Congreso, al mismo tiempo que yo enviaba una solicitud de amistad para contactar a Rashid, mi amigo de Gaza. Para suerte mía él aceptó de inmediato, aunque por la diferencia de horario sólo pudimos escribirnos textos.


Isa, Fabiola y Jamal.
El miércoles por fin establecimos una video llamada. Creo que la suma de emociones ligada al hecho de hablar con un ser humano que habita en un campo de refugiados me dio un golpe de realidad que no puedo describir. No era cualquier persona de las noticias, era mi amigo, mi hermano, mi sangre, compañero y confidente de cuatro años. NO LO PODÍA CREER, esa magia de la comunicación no tiene parangón.

Ese miércoles tuve la suerte de saber que Rashid tenía entre sus contactos a Jamal. Tan pronto lo supe empecé a preguntar por él, y por Murad, Basem y Mohamed, nuestro siro. De todos supe algo, menos de Mohamed. Rashid me propuso contactarse con Jamal para avisarle de nuestro encuentro, entre la emoción y la cautela de no interferir con la vida personal de nadie, esperé impaciente a tener noticias.


Jamal, Fabiola, profesor y Rashid.
Para el jueves que volví a ver a Rashid, decidimos que yo contactaría a Jamal y eso hice. En muy poco tiempo tuvimos contacto y pudimos vernos a la cara después de casi treinta años de no saber el uno del otro. Ambos estábamos tan felices... Simplemente no lo podíamos concebir. Estábamos a miles de kilómetros de distancia y parecía que podía extender la mano y tocarlo. Me alegró mucho ver feliz a Jamal, lleno de vida y con una hermosa familia

Al terminar la video llamada me dije mirando al cielo: Mark (Zuckerberg), gracias, sé que tu negocio es vender mis datos, o los de éste y aquél (nada que no haya hecho antes mi propio gobierno), pero este renacer que me dio tu negocio, no tiene precio y no lo cambio. 

El golpe de realidad llegó el sábado. Tuve que parar de trabajar para darme la oportunidad de sentir... En resumen puedo decirles que, a lo largo de la semana pasada, renací en tres ocasiones. Y no es porque haya sido menos afortunado encontrar a mis otras amigas y amigos , al contrario, fue grandioso ver a Natasha, Riita, Belinda, Franki etcétera, etcétera. 


¿Saben cuál fue la enorme diferencia? Una parecida a la que existe entre la vida y la muerte. Así de rudo ha sido para mí. ¿Por qué razón? Simplemente porque sabía que el resto de mis amigos eran occidentales o del tercer mund menos golpeado: América Latina. No así mis amigos de Medio Oriente. En los casi 30 años de no vernos, pasaron muchas guerras, invasiones, bombardeos y todo aquello horroroso que ya conocemos. 

En ese espacio donde dejé fluir mis sentimientos, me percaté que no hay peor incertudimbre que no saber  de la vida de alguien amado. Por ejemplo, yo amo profundamente a mi hermano Adolfo y saber dónde está su tumba forma parte del proceso de aceptación. Ese "lugar" es el principal referente de una certeza: Nunca jamás lo volveré a ver.


Sin embargo, en muchas de mis entregas del blog, así como en la vida cotidiana, Amal, Rashid, Jamal y Mohamed han estado en mis pensamientos. En lo profundo de mi ser siempre guardé una esperanza, y fue ella la que me provocaba incertidumbre pero al mismo tiempo un anhelo. Gracias a la vida los encontré justo en la semana de tanto ajetreo por el infame bombardeo a Siria. Situación que contribuyó en mucho a replantearme la vida. 



Fabiola, Jamal y Mohamed. 
En este ir y venir de sentires y vivencias tomé consciencia de otro hecho, de aquella época en la que sólo sobrevivía sin saber cómo vivir. Sucedió cuando recién llegué a México y tuve que dejar a mi hijo en casa de mamá para buscar trabajo y sacar adelante la vida. Fue un tiempo donde surgieron otros rompimientos dolorosos pero necesarios. 

En aquel entonces, mi compañero de caminatas, de charlas de arte y estética, no sólo me ayudó a mirar en mí y en el sentido de mi belleza, esa persona me trajo a la vida sólo por el hecho de acompañarme a caminar, de respetar mis puntos de vista y de compartirme sus conocimientos. 


Perdí a ese gran amigo en mi terco afán de seguir invirtiendo tiempo y esfuerzo dando cariño y atención a alguien que no lo deseaba. Como lo hice cuando dejé Kiev sin despedirme de nadie para ir a dar a la boca del lobo: Cuba. Pero otra vez  Facebook me rescató y hace años mi amigo y yo pudimos encontramos y para trascender hasta compartir la vida.

Creo que muchos de  los que vivimos en la antigua URSS habrán vivido situaciones similares a las que les platico hoy, como también estoy segura que extrañan y piensa a aquellos amigos y compañeros que caminaron junto a ustedes.

Con la madurez y la edad creo que todos hemos aceptado el hecho de que el tiempo no regresa y, si somos afortunados, buscamos la oportunidad de compartir nuestro cariño con las amistades que convertimos en familia. Porque como dice Antonio Machado: 


Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.

PD. Quizás algunos se dieron cuenta de la banda sonora de esta entrega, por si acaso, les dejo los enlaces de las canciones que rondan en mi mente al mismo tiempo que escribo estas líneas.