Por Fabiola Martínez Díaz
Sabes que algo o alguien se ha metido en tu piel, cuando cada centímetro de ella vibra incluso ante el recuerdo de esa primera vez, cuando la pasión te consumió por completo. Supe que America Latina ya estaba metiéndose en mi piel cuando me estremecieron aquellos duelos musicales entre las agrupaciones de Perú y Bolivia, o cuando veía bailar Palo de Mayo o cuando subí por primera vez al escenario al Son de la Negra.
Cada año, en Kiev se realizaba el festival latinoamericano. Nunca supe cómo ni a través de quien, pero prácticamente todas las asociaciones de latinos participamos ese año. Para ese festival Javier preparó una coreografía con calma, ensayos y un grupo más en forma, en él estuvimos tres mexicanas de mi instituto, un chico del Politécnico y otro de la Universidad.
Quiero contarles cómo comenzó este amor que perdura en el tiempo...
A finales de 1987 o principios del 88, la Universidad Estatal de Kiev, Taras Shevchenko, organizó un festival e invitó a todas las asociaciones de estudiantes a participar. No sé cómo se enteró Javier Govea, pero lo comentó en nuestro Instituto. Me emocioné porque él se sentía seguro de montar una coreografía decente para representar a México.
En cuanto a las destrezas del baile, Javi se entendía mejor con Mónica para hacer pareja, pero le pedí que me enseñara porque participar era un momento del `ser mexicano´que no me quería perder. Así fue como ensayamos y presentamos el muy aclamado y conocido Son de la Negra. Me sentí feliz.
Nuestro Instituto nos dio todas las facilidades para ensayar por las tardes y para adecuar zapatos y vestuario. Javier escogió un son jarocho llamado La bruja, su letra y tema es peculiar y complejo de entender aún para los latinos, por eso nos recibieron con sorpresa. Como Javier tenía prevista tal reacción, aderezó ese `son´lento con otro muy alegre, tal vez fue la Bamba o el Tilingo lingo, el caso es que el público reaccionó bien.
Por un lado debutó mi amigo Iván y su compatriota Tatiana con el inigualable "Palo de mayo". Simplemente se robaron las palmas y euforia de todos y no era para menos. Desde entonces y hasta el último festival latino al que asistí, el "Palo de mayo" causó la misma sensación en todos los latinoamericanos.
Por otro lado, el segundo gran momento de esa noche fue un coro entonado por prácticamente todos los participantes, que se organizó así:
Desde un costado del teatro, mientras observaba la ejecución de música caribeña adaptada al ritmo del jazz y ejecutada por un dueto de cubano y dominicano -o puertorriqueño- del conservatorio de Kiev, un estudiante salvadoreño juntó a la mayor cantidad y nos llevó hacia un espacio del teatro para explicarnos su propuesta.
Él y Tatiana, -la nicaragüense que bailó Palo de mayo-, improvisaron una canción sencilla y alegre dedicada al Salvador, misma que repasamos con rapidez mientras continuaba el festival. El salvadoreño eligió cerrar la intervención con ese himno de nuestra tierra llamado Canción con todos´. Yo lo había escuchado poco, pero lo conocía, al menos sabía de memoria el estribillo "todas las manos todas, todas las voces todas".
Esa primera participación arrobó mi ser más allá de nuestro baile. Y es que en este festival latino tuvieron lugar tres situaciones cuyo simbolismo aún me conmueve.
El tercer momento tuvo lugar cuando finalizamos el festival y el salvadoreño sacó su guitarra para cantarle al Salvador, fue conmovedor, pero había más. Casi literalmente América Latina se metió en mi piel cuando escuché esa inolvidable primera estrofa...
Salgo a caminar
Por la cintura cósmica del sur
Piso en la región
Más vegetal del viento y de la luz...
La emoción me invade aún ahora; todo el auditorio se unió al canto de nuestra América. Desde entonces no dejo de pensar que hay instantes en los que sí podemos ser una canción con todos. Cuando dejamos de lado la enajenación de nuestros gobiernos, ideologías imperantes, tendencias políticas o religiosas. Cuando nos reconocemos como hombres y mujeres unidos por un pasado, un idioma, un destino impuesto del que nos revelamos a favor de la dignidad humana. Creo que sólo hay que estar dispuestos a escribir nuevas canciones y nuevos destinos.
![]() |
Javier y yo con un zapateado veracruzano luego de interpretar "La bruja", creo que ese baile lo interpretamos con los típicos vasos de agua sobre la cabeza. ¿Lo recuerdas Javier? |
![]() |
Todo el grupo mexicano, con mucha ropa ucraniana adaptada. Creo que las chicas nos ocupamos de coser nuestros propios mandiles y entre todos conseguimos abanicos, paliacates y sombreros. |
Y para recordar, les comparto una versión de esa bella "Canción con todos".