Por Fabiola Martínez Díaz
La vida estudiantil en un ambiente francamente templado reforzaba mi ánimo para escapar del hacinamiento de la residencia. Iba a comprar víveres, me sentaba a contemplar el paisaje y a disfrutar del clima, jugaba en la pista de atletismo, caminaba por la ciudad...
Cada uno hacía lo que el invierno no les permitió, por ejemplo mis amigos camboyanos iban por Martha, Índu y por mí a nuestras habitaciones para tomarnos fotografías que luego ellos mismos revelaban. A Martha o a mí llegaban a tomarnos por sorpresa para fotografiarnos en la calle.
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Caminando sobre la calle Otakara Yarosha. Regresando de comprar papas, que era lo único o lo poco que sabíamos cocinar. |
Acostumbrada a vivir en un país donde "hacer puente" era, como decía mi abuela, "el pan nuestro de cada día," padecí el rigor del estudio arduo, por eso, al estar muy próximo el descanso por el 1ro de mayo hice grandes planes con Martha, la pandilla de camboyanos y nicas, decidimos pasar todo el día en la pista de atletismo, estudiar, jugar y relajarnos.
Los planes se realizaron conforme a lo previsto, ese día lo pasé disfrutando del sol y el aire templado, estudiando, jugando y tomando kompota y comiendo panes rellenos de kolbazá. Estábamos rebozando de felicidad cuando, con rostro compunjido se acercó de prisa un latino...
—¿Supieron que hubo una explosión nuclear de Chernobil hace varios días?
—No sabemos nada, no hemos escuchado nada en las noticias pero, ¿dónde queda eso?, ¿qué tiene que ver con nosotros?—, contestamos con la más genuina inconsciencia y con muy poca empatía.
—Está cerca de Kiev, se dice que todo el poblado cercano está muerto, mi familia me llamó para saber si estoy bien; varios compañeros hemos recibido llamadas de nuestros países pero nadie estaba enterado. Se dice que en todo el mundo están preocupados porque el gobierno soviético no explica nada, guarda silencio.
Debo confesar que, acostumbrada a vivir en un país donde otro deporte nacional es el "sospechosismo", mi tendencia fue no dar crédito a lo que escuchaba. Di por hecho que se trataba de otra maniobra de descrédito a mi segunda patria. Mientras en mi cabeza rodaba la idea del sospechosismo y del "compló" (como suele gritar la pseudo izquierda mexicana de la actualidad), nuestro emisario trataba de responder a las preguntas de los demás.
—Si los soviéticos no han dado la noticia, ¿por qué lo saben en otros países?, ¿no te parece extraño?
—Los radares o sensores de Suecia o Noruega se activaron al detectar una nube de radiación que se dirigía al norte de Europa. Ellos emitieron la alarma y todo el mundo se enteró, pero ciertamente los soviéticos no se han pronunciado. Lo que se dice en los medios extranjeros es que debemos evitar exponernos al sol, les sugiero que regresen a su residencia.
—¿Tú crees que sabiendo la gravedad de la situación, en un día como hoy en que todos pasean y descansan, los soviéticos iban a permitir que nos pase algo tan grave?, no lo creemos.
—Bien, yo ya les advertí, lo demás es su decisión. Si pueden hablen de esto con sus compañeros.
Como suelen decir los nicas, nosotros "no paramos bola" a lo que escuchamos y terminamos el día en la calle. En mis adentros, y a partir de todo lo que había vivido en ese país hasta el momento, mi lógica no me permitía pensar que no nos protegieran o alertaran de tan grave situación, si es que la había.
También me decía: Si la maestra de fonética todo el tiempo nos revisaba la ropa de invierno para no enfermar, si a punto de terminar el invierno a todos nos hicieron exudados faríngeos y nos cuidaron de no enfermar de vías respiratorias y sobre todo de meningitis, ¿cómo pueden descuidarnos ante un hecho tan grave como una explosión nuclear?
Además de mis reflexiones, me percaté que en el paseo del primero de mayo de 1986, había familias enteras disfrutando del buen clima, del descanso. Todo parecía indicar que la gran mayoría, verdaderamente, ignoraba el hecho. Mi sospecha de una falsa alarma se reforzó.
Al reanudarse las clases los pobres maestros fueron bombardeados con interminables preguntas sobre el tema, la mayoría de los profesores repitió lo poco que se dijo en la brevísima noticia del 28 de abril, de la que la mayoría de los estudiantes no se enteró o no dio importancia, algo así como: "Hubo un accidente en la planta nuclear de Chernobil, pero ya se tomaron medidas para ayudar a los afectados. El gobierno designó una comisión."
Hago un breve paréntesis para contarles que, a partir de tan grave suceso, desde mi repatriación voluntaria a México, específicamente desde el asesinato de Colosio y el inicio del movimiento zapatista, escuchar que el gobierno forma "comisiones" para todo problema o mal, me provoca gran rechazo y es porque, históricamente, esas comisiones se forman porque el gobierno en turno del país que sea no puede, no quiere, no le conviene o no sabe cómo resolver lo que enfrenta.
Para bien o para mal, lo que yo creí que era una difamación se convirtió en un hecho real y contundente, no había duda, la explosión nuclear había sucedido. La dura verdad, sumada el repaso detallado de aquel primero de mayo me mantuvo taciturna varios días. Luego comencé a preguntarme: ¿cómo es posible que no se haya dicho nada?, ¿cómo nos permitieron estar expuestos al sol?, ¿por qué callar?...
Mi vida, así como la de todos los soviéticos de esa época, tiene un antes y un después de Chernobil. Mi pensamiento abstracto, el pensamiento de esa personita (yo) que se perfilaba a ser una adulta comprometida conmigo misma y la humanidad, no lograba elaborar o comprender explicaciones.
En pocos días se cumplen treinta años de la explosión nuclear de Chernobil. Hoy, así como de unos años a la fecha, sigo sin comprender un sin fin de conductas y procederes de los sectores del poder político y económico de los países del mundo. La única certeza que tengo es que: A NADIE LE IMPORTA NADA, A NADIE LE IMPORTA EL RESTO DE LA HUMANIDAD. El egoísmo, el egocentrismo, el narcisismo y el hedonismo están por encima de cualquier principio humano; salvo contadas y extraordinarias excepciones.
Y si no consideran congruente mi afirmación, pregunten al actual jefe de gobierno y a su gabinete sobre la crisis ambiental de la Ciudad de México, pidan rendición de cuentas a todos los regentes o jefes de gobierno que han gobernado la capital desde que se implantó el "hoy no circula", pregunten a las familias de cientos de desaparecidos en México, a las familias de las mujeres violadas o asesinadas, a los que venden las armas y financian al Estado Islámico, a quienes cerraron las fronteras a los refugiados sirios y africanos.
Les invito a hacer otro ejercicio cívico y ético, que puede consistir en preguntar cómo viven el compromiso social a los patrones de las pequeñas y grandes empresas, a los que han tenido cargos populares o de elección y de la noche a la mañana tienen casas, ranchos, edificios, viajes y todo lo que un simple mortal como yo puede imaginar... Preguntemos sobre el derecho a la vida digna, la justicia, la paz, la legalidad a todos aquellos que juegan a ser dioses...
Es verdad que, sin importan cuán grande sea el poder que tal o cual persona tiene, nada es eterno, no obstante insisto en subrayar que la vida en sociedad demanda con urgencia una reflexión profunda de nuestros actos. URGE, sí URGE una seria revisión de nuestros principios y convicciones, el planeta y el mundo vivo, las personas y las sociedades del mundo lo merecemos. ¿O usted no?
NOTA: Ya que vino a tema el asunto de falta de principios, abusos e indiferencia, requiero un pequeño favor de todos para el día miércoles 13 de abril, o sea mañana. Consiste en tener para mí un pensamiento positivo, pues parte de mi atención y tiempo estarán destinados a tratar asunto de ignominia.
¿Qué significa "hacer puente": En México existe la costumbre de llamar "puente" a los prolongados descansos que los trabajadores, principalmente los de gobierno, se toman aprovechando un día festivo, por ejemplo, si el primero de mayo cae en día martes, hacer un puente consiste en tomar como descanso, también, el día lunes, algunos servidores públicos o burócratas incluso, comienzan su puente desde el medio día del viernes.