10 de enero de 2017

Amal Shahin

Por Fabiola Martínez



Desde adolescente tuve la inquietud de saber, de viva voz, cómo se vivía en otros países. Mi primo Isaías, que entonces era uno de mis mejores amigos y vivía en la Ciudad de México, visitó alguna oficina o institución oficial internacional donde me inscribió a un programa de intercambio de amigos y gracias a él conseguí dos contactos, uno en Brasil y otro en Irlanda... 

Siempre me atrajo conocer lo que había en el mundo más allá de las delimitaciones de mi pueblo natal. Quizá ese fue uno de las grandes razones por las que durante mi estancia en la URSS, puse más empeño en conocer, disfrutar y desmenuzar la historia de vida de las personas con las que compartí mi estancia, que el empeño que puse en ser el mejor promedio de mi curso. 

En las clases de Literatura, Historia, Metodología y Pedagogía conocí y compartí con Amal Shahin. Ella estaba en el grupo de Francés, con Belinda, Ridji e Isa. Amal capturó mi atención porque se identificó como palestina de Jordania.

¿Qué significaba eso, por qué la relevancia de presentarse así?

Amal era una mujer hermosa, de grandes ojos azules, inteligente, dulce, respetuosa, amable y con gran habilidad para aprender idiomas. Las características de su personalidad me dieron la suficiente confianza para entablar conversación y obtener algunas respuestas. 

-Amal, ¿qué país te tramitó la beca?
-Jordania, técnicamente mi nacionalidad es jordana, pero soy palestina.- Nuevamente mis ideas se confundieron. 
-¿Cómo puede ser posible?
-Mis padres vivían en Gaza, mis hermanos nacieron allí, pero Israel ocupó ese territorio y sacó a todos. Jordania permitió a los refugiados formar campamentos. Mientras eso sucedía yo nací. -Entonces mi mente reaccionó y trajo a mí los recuerdos de interminables noticias sobre el conflicto entre Palestina e Israel que yo, por supuesto, no comprendía en absoluto. 
-¿Viviste en uno de esos campamentos que pasan en la televisión?
-Sí, pero poco tiempo. Mi padre era maestro y allí daba clases a los niños. En pocos años Jordania nos dio un territorio para vivir y establecernos. Pero nosotros nunca dejamos de identificarnos como palestinos. 
-¿Por eso te presentas así?
-Por eso, y porque es importante no olvidar nuestro origen. Lo que mi familia vivió fue difícil y es muy reciente. Tal vez cuando pasen más generaciones la percepción cambie, pero no es posible olvidarlo ahora. 

En ningún momento la voz de Amal tuvo algún tono de odio o rencor, más bien se escuchaba consciente de su realidad. Luego de prestarle atención pensé, ¿cómo podemos ser casi de la misma edad y a ella no le hierve la sangre?

-Amal, ¿te sientes bien con eso?
-Me siento bien porque estoy viva, porque mis padres y hermanos lo están, porque nos tocó un techo y un lugar para vivir. Otra gente justo ahora no tiene esas posibilidades. 

Viendo la situación desde la disyuntiva de la vida y la muerte se despejaron mis dudas. En ese tiempo en México se vivía de otra manera, para entonces, ni yo ni nadie, al menos de mi pueblo, habíamos visto la cara de la muerte, o la amenaza inminente de ella. Desgraciadamente hoy las condiciones ya cambiaron. 

Con Amal tuve una hermosa relación de amistad, que aproveché para continuar aprendiendo sobre lo que no sabía o no entendía de Israel y Palestina. En ese andar supe que la formación del estado de Israel surgió como consecuencia de un acuerdo de la ONU, impulsado con enorme fuerza y empeño por Gran Bretaña y Estados Unidos. 

En aquel tiempo me preguntaba, ¿cómo pueden jugar de esa forma con la vida y el destino de las naciones? Hoy sé que los dueños del mundo son capaces de eso y más. Hoy entiendo más a fondo las causas por las que el gobierno de Estados Unidos se tardó tanto en participar en la Segunda Guerra Mundial. Tal vez a los que querían un nuevo reparto del mundo les hacía falta el genocidio de otros tantos miles de judíos para justificar su siguiente paso: el establecimiento de Israel, el país más poderoso, rico y mejor armado de Oriente Medio (me refiero a bombas nucleares, pues cuentan con 400, según informes del boletín científico estadounidense)

Desde el 1° de enero del 2017, en México inició una crisis de desestabilización planificada desde que se hicieron los proyectos de ley para privatizar el petróleo. La crisis se agravó por las condiciones de estado fallido en las que vivimos. 

No puedo evitar pensar que la crisis mexicana: narcotráfico, muertos, compra y venta de armas, pornografía infantil, feminicidio, tráfico humano, desempleo, etcétera, forman parte de ese proyecto que abarca la crisis de Venezuela y Siria; al final de cuentas, la historia ha demostrado que la humanidad sólo es una cifra sacrificable. Al tiempo.