Por Fabiola Martínez
Lo que sí puedo asegurar es que fui la primera mexicana en estudiar en el Instituto Pedagógico de Lenguas Extranjeras de Kiev. La certeza viene de mi charla con el Decano y el Vice Rector del Instituto, quienes me lo comentaron cuando conversaron conmigo el primer día que acudí a la escuela. ¡Qué honor y responsabilidad!
Mi instituto era un edificio pequeño (pero no mucho), comparado con el corpus de la Universidad de Jarkov, su planta arquitectónica constaba de tres partes, en la central ubico la rectoría y algunos salones de clases de cursos superiores, en la parte derecha mi Facultad y en la izquierda la de los soviéticos. Creo que gran parte del edificio estaba alfombrado.
Gracias a las herramientas de la tecnología satelital pude ubicar el plantel, pero no tengo la certeza de que el nombre de las calles sea el mismo. Sé que sigue siendo un centro de estudios de lenguas extranjeras y que se localiza sobre la calle Ivan Feodorov, casi esquina con Velikaya Vasylkivskaya, a dos calles del Instituto de Cultura Física y del antiguo estadio del Dínamo de Kiev. Esa referencia me hizo muy feliz porque me hacía sentir cerca de mis amigos de la podfak.
En esa visita me enteré que, por las características de la carrera que elegí, no estudiaría las asignaturas generales con los soviéticos, como solía suceder en la universidad o el politécnico. Todos los grupos eran reducidos, no excedían los diez integrantes. Además debía escoger otro idioma como segunda lengua.
En un afán de querer ser realista y práctica elegí inglés, de hecho era la opción que más se solicitó, por ello se formaron dos grupos. También se impartía alemán y francés. La ubicación de mi centro de estudios no podía ser mejor, a pocas paradas de autobús se llegaba al hermoso centro de la ciudad y a otros muchos lugares históricos y turísticos.
La mente es compleja y la memoria un enigma, al menos para mí. En mi nueva residencia inicié otra etapa importante de mi vida y no puedo recordar el nombre de las calles donde se ubicaba. Lo mismo sucede con mi instituto. Lo que sí tengo muy presentes son las sensaciones que cada lugar me provocaba, también son muy claras las imágenes de cada lugar, cada persona, cada hecho.
Antes de iniciar los relatos de mi blog, me percaté que en mis sueños era recurrente mi necesidad de regresar a Kiev. Sueño que debo iniciar la maestría y que escojo nuevamente al Instituto de Lenguas Extranjeras. Supuse que al realizar este ejercicio de memoria histórica personal esos sueños cesarían pero no es así, quizá sólo ha disminuido su frecuencia.
Creo que actué como todos los jóvenes, pensé que el tiempo no correría, pensé que la juventud es eterna, supuse que siempre habrá tiempo para realizar lo que postergué. En este sentido, la mente y la memoria se convirtieron en la mejor herramienta para mantener un estado mental de juventud, para orientar mis vivencias hacia mejores derroteros, donde es evidente, tangible y palpable los aspectos positivos de mi vida.
Han sido y serán también, herramienta para salir airosa de los embates de la vida y para ser congruente con mi esencia. En esta ocasión deseo incluir un saludo y agradecimiento a todos los comentarios derivados de mi entrega anterior, a quienes me actualizaron del destino de personas con las que compartí mi vida en Kiev y con quienes compartí el destino de una nación hoy inexistente.
... ¡Y las demás! En tantos climas,
en tantas tierras siempre son,
si no pretextos de mis rimas
fantasmas de mi corazón...
si no pretextos de mis rimas
fantasmas de mi corazón...
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Gracias a Tony Lilón por compartir en el grupo estas fotografías de mi Instituto. Escalera principal que llevaba a la rectoría. |
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Vista interior de la entrada principal, Al fondo se observa la puerta del comedor. |
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Vista exterior de la entrada principal. Nuevamente gracias Tony. |