Por Fabiola Martínez
La discreción es una cualidad que pocos aprendemos a ejercer. En lugares donde la única familia cercana que tienes son tus compañeros de clase, de habitación y de residencia, es fácil caer en la tentación de contar todos y cada uno de los pasos que daremos... En ese aspecto Martha era excepcional, fue sigilosa en la organización de su proyecto vacacional.
Antes de terminar los exámenes de fin de semestre, donde por cierto reprobé física y aprobé el resto de las asignaturas, Martha me comunicó que visitaría México durante las vacaciones de invierno. Ella, como yo y como la mayoría de estudiantes de la ex URSS, sucumbió a las enormes encantos que brindaba el mercado negro para cambiar dólares por rublos y comprar un pasaje de ida y vuelta a nuestro país.
-Quiero estar con mi familia, creo que algunos familiares no sobrevivieron al terremoto-, me dijo Martha.
-¡Qué envidia!, escribiré cartas y enviaré algunos obsequios para mi familia, ¿tendrás tiempo de dárselos?
-¡Claro que sí!, además me pondré de acuerdo con Víctor...
-¿Sobre qué?
-También tramitó su beca para este país y hará hasta lo imposible por reunirse conmigo.
-¡Felicidades!, tampoco lo sabía...
-Es que, no me gusta hablar de temas muy personales, pero ya es un hecho.
-Yo tomaré la opción que nos ofrece la Podfak y me iré a la casa de descanso, en verdad me hace falta dormir, olvidarme de las presiones de la escuela.
Con mucha alegría participé de los preparativos para el viaje de Martha, sentía que al ir ella se iba un pedazo de mí, alguien contaría a mi angustiada y triste madre que estaba bien. Su partida fue rápida. Yo me quedé sola en la habitación, Lila y Natasha se fueron a sus casas también, muchos estudiantes viajaron a Alemania, Italia y un sin fin de países de la Europa occidental. El "bendito" mercado negro brindaba a muchos la posibilidad de conocer Europa a bajo costo.
Yo no era osada, tenía pocos dólares y no me sentía con la confianza personal de emprender tales hazañas, sólo quería descansar, respirar y reflexionar sobre el nuevo rumbo de mi vida. Para todos los estudiantes de la Podfak, la universidad contaba con una casa de descanso que incluía comida y dormitorio, sin costo extra. Muchos de la Podfak iríamos, pero antes tuvimos días de descanso. En ese tiempo tuve mayor acercamiento con el grupo de cubanos y me dejé cortejar por uno de los chicos.
"X", era un muchacho agradable y me hacía sentir especial con su cortejo, comparado conmigo era muy alto y delgado, pero bueno, me dije yo, es sólo un novio, no será mi marido. En ese tiempo mis compañeros cubanos recibían la visita de un grupo de compatriotas de otro instituto que también irían a la casa de descanso.
Yo pensaba que, al ser latinoamericanos, cubanos y mexicanos tendríamos nociones similares del noviazgo escolar, pero me equivoqué. Al día siguiente de dar el "sí" a "X", llegó a visitarme a mi habitación y a preguntarme cuándo le escribiría a esa "gente".
-¿Esa gente?, ¿cuál gente?
-A mis padres y hermanos, ayer me llamaron por teléfono y les conté de mi novia mexicana. Quieren que les escribas y les mandemos fotos. Ya les dije que nos casaríamos y que viviríamos medio año en México y medio año en Cuba.
-Pero... ¡si apenas te conozco!, ¡y no me quiero casar con nadie!- Sobra decir que me indigné, no tenía forma de comprender que era un estilo diferente de relaciones personales.
La hormona es hormona y bueno, seguimos dándonos besitos y continuamos compartiendo algunos momentos con sus compañeros del otro instituto, que también venían a mi residencia en busca de "carne fresca", ¡juventud divino tesoro!
Mi ánimo era bueno, me ejercitaba en compañía de una amiga querida ecuatoriana llamada Sayonara, salía a caminar y también usé el tiempo para organizar mi desorden de ropa, por primera vez gocé la habitación sólo para mí.
Aunque ya no comía pasteles de chocolate, no podía dejar de comer unos caramelos con chocolate, creo se llamaban o les decían "batonchick". Decidí arriesgarme a caminar hacia el interior de otras residencias y tomarme el tiempo para comprar en una tienda parecida a una cabaña que me gustaba mucho por su ambiente.
¿Por qué digo riesgo?, porque el día anterior la temperatura había subido a un grado e hizo que la nieve se convirtiera en hielo, el día que hoy rememoro, amaneció con mucho frío y un fuerte viento. Con determinación me puse mi pesado abrigo y caminé hacia la tienda. El viento soplaba muy fuerte, tanto, que una cuadra antes de llegar a ella, el viento me empujó tan fuerte, que no podía detenerme, pues el piso era una pista de hielo y mis zapatos no lograban sostenerme, gracias a Dios el abrigo me sostenía en la tierra.
Justo ahora que describo este episodio, aún sonrío, casi media cuadra fui... ¿como decirlo?, fui arrastrada sobre la banqueta hasta que encontré un poste al cual sostenerme, un poste que para mi fortuna estaba cerca de la entrada que buscaba.
Me detuve para observar lo que sucedía, me percaté que el viento fuerte no era constante, sino que tenía rachas, tracé un plan de regreso, que consistía en dirigirme hacia lugares donde, a pesar del hielo y del viento, podría ser empujada a un sitio para sostenerme y esperar a ser nuevamente empujada, hasta llegar a mi residencia.
Llegando a mi habitación me esperaba "X", me preguntó santo y seña de dónde estaba y le contesté molesta que no le debía explicaciones, él me comentó que en su país, los noviazgos eran así. Ya fuera verdad o mentira, mi dosis de besitos se acercaba a su final, simplemente porque no comprendía el entendimiento que "X" tenía del noviazgo y porque, viniendo yo de un país autodenominado machista, ninguno de mis galanes me había tratado así. Me di cuenta que en asuntos de machismo, México no es el que más tiene, ni el peor, lo que sí tenemos es que somos los que más nos creemos las etiquetas que nos cuelgan y nos colgamos. Así de baja está la autoestima de nuestro entendimiento de lo que implica ser mexicano.
Me despido el día de hoy ofreciendo disculpas por no publicar el día de ayer, como habitualmente lo hago. Algunos asuntos personales requirieron de mi tiempo y dedicación, aquí adjunto una liga o link, me gustaría compartirles una situación que estoy viviendo, un atropello a mis derechos constitucionales y, sobre todo a mi trabajo. ¡Bonito día!
http://contralinea.com.mx/archivo-revista/index.php/2015/12/02/fernandez-editores-con-mas-de-30-conflictos-por-fraude/
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